LA HAMBRUNA

En la hambruna, en la oscuridad más inhóspita, allí vivo yo. Resido por un tiempo ilimitado, abajo donde se asan los cochinillos, donde las gentes bailan alrededor de una tenue chasca, e maldecido esa hora, la hora en la que caí en aquel pozo de las cien mil veces, pero no solo sirve el aliento seco para salir de el, si no la valentía de un coraje temprano, de una arritmia sin consecuencias, del ir amainando y no enjugarse en lagrimas de constante, e de salir de esta inhóspita hambruna, y se que lo are. Sigo teniendo lo que todos los humanos, brazos, piernas, ojos y manos, sentimientos, libres y camuflados, pero eso no se alcanza a ver solo con alzar, los ojos se alcanzan viéndolo y observándolo con el corazón, con el alma, con los recovecos de luz que dejan pasar, saldré del barro, de ese barro que aprisiona, que deja sin extirpe, sin ánimos, pero saldré solo por que quizás alguien me este esperando, quizás por que alguien me este amando, quizás por que si salgo alguien me tendera la mano para poder caminar junto a el, e de encontrar esa mano amiga, esos ojos de color llano, esa mirada de chispas, ese consejo que lo da otra voz amiga, como yo en su DIA lo hice con Extraños sin dolerme, sin colgarme medallas de vicio, solo por el echo de encontrar sosiego ajeno. E de salir de el laberinto que yo solo me e montado, de las curvas imposibles, de los baches concertados.